Chaihuín, el lugar donde conocí la verdadera lluvia



En el mes de febrero de 2017 tuve la posibilidad de viajar, en lo que sería el primer mochileo de mi vida. El punto de partida para mi pololo y yo fue Valdivia, ciudad absolutamente hermosa. Cuando llegamos y me bajé del bus, se me olvidó por completo los meses en los que estuve trabajando en una empresa de retail y lo mala que fue esa experiencia, pero esa es otra historia.

En Valdivia recorrimos mucho, pero el lugar que más me gustó fue Chaihuín. Es un sector que pertenece a la comuna de Corral hacia la costa de Valdivia, XIV región de Los Ríos. Para llegar a Chaihuín existen dos opciones: en auto o la favorita de todos. Esta es embarcarse en las barcazas o ferris que salen desde Niebla con destino a Isla Corral, lugar donde está el famoso Fuerte Niebla. Luego de haber llegado a la isla, hay que caminar hacia la estación de buses, una pequeña casita de madera con la información de buses y colectivos.

Mientras esperábamos el bus, se nos ocurrió la gran idea de comprar un botellón de vino. Buena decisión, porque en Chaihuín reina la soledad. El trayecto en bus dura una hora y media, teniendo como panorama toda la vegetación de la selva valdiviana y playas de arenas blancas. Chaihuín está a 30 kilómetros al sur de Corral. Se podría decir que el lugar me encantó incluso antes de llegar a el.

Nos bajamos en la orilla de la carretera, cerca de un puente. Chaihuín es uno de esos pueblitos que aparecen de la nada entre los frondosos árboles de Valdivia. Con todo el peso del equipaje, emprendimos el camino buscando el Camping Don Lalo, 100% recomendado. Dicho camping está ubicado a orillas del Río Chaihuín y rodeado de bosque nativo. No daban ganas de irse.

En Chaihuín estuvimos tres o cuatro días, de los cuales dos fueron de temporal. Como está ubicado en el medio costero, posee temperaturas templadas, altas precipitaciones y una constante humedad ambiental. Nunca había tenido miedo de la lluvia y del viento. Nuestra carpa, ubicada estratégicamente entre alerces, soportó los fuertes vientos y las pesadas lluvias del sur. Cerca del camping está el Parque Nacional Alerce Costero, el que cuenta con 13 mil hectáreas de bosque nativo. Imagínense un alerce milenario doblándose debido a las fuertes ráfagas de viento y el sonido que produce. Desde nuestra carpa se sentía todo eso, sin mencionar que, a pesar de la lluvia, fuimos al parque y quedamos totalmente empapados. La ropa estaba húmeda, habían muchos mosquitos y casi me da hipotermia.


Sin embargo, era un placer estar en ese lugar. Emociona la grandeza y belleza del país. Todo verde, todo lindo. El aislamiento sirve para conocer a la persona con la viajas y a ti mismo. En Chaihuín no tenía señal de teléfono, por lo que debimos recurrir a cargar el celular de una niña que atendía un negocio para reportar señales de vida a nuestras familias en Santiago. Pero, fuera de eso, cuatro días no fueron suficientes para apreciar todo lo que Chaihuín tiene para ofrecer. Yo creo que todo aquel santiaguino que se considere un “survivor” del mochileo debe probar suerte en Chaihuín, lugar en el que la tecnología como la conocemos es casi inexistente. Olvida tu teléfono por un rato y contempla los alerces desde el mirador de madera de 12 metros que hay en el parque mientras hay una lluvia tormentosa. Realmente, no somos nada comparados con la naturaleza.    

Por Diana G. Urbina

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