1994: Cuando Korn le devolvió el gusto al metal


Por Gabriela Duarte

A mediados de los años 90 en California, Estados Unidos, el movimiento del “Nu metal” comenzaba levantarse y así también en todo el mundo. Un sinfín de bandas como Deftones, System of a Down o Papa Roach comenzaron con éxito su carrera como exponentes de la primera generación de un estilo musical que combinaba elementos tanto del heavy metal, hip hop, rock alternativo y funk.

Pero, ¿quién fue pionero de este género? la respuesta es Korn. Esta banda estadounidense debutó en 1994 con un álbum de su mismo nombre, Korn (1994) con características creativas tales como usar dos guitarras con gran distorsión, siete cuerdas y numerosos efectos. Pronto las canciones comenzaron a sonar en la radio y con esto un montón de seguidores y nuevos exponentes se sumergieron en la agrupación liderada por el vocalista Jonathan Davis.

Muchos críticos dicen que este poderoso álbum de letras sombrías es el mejor de Korn, eso es debatible, pero lo que no es, es que marcó generaciones y diseñó su estilo musical conteniendo su esencia. Esta propuesta, además de almacenar los inicios del nu metal, también puede ser considerada como una de las últimas revoluciones del heavy metal, justo en momentos en que la escena metalera estaba decayendo a causa de la falta de nuevos exponentes y variantes. Podemos decir que esta vez no le tocó a Inglaterra ser el protagonista de la ‘película’ en la música, porque el estadounidense Korn se robó todas las miradas.

La tormentosa infancia de Jonathan Davis claramente fue el punto de inspiración del álbum. "Faget " y "Clown" son canciones que retratan muy bien la experiencia de Davis de haber sido víctima de bullying, los líos con sus padres y los sentimientos negativos que Davis pudo sentir a causa de eso. No estamos hablando de amor, es metal, es fuerte.  Acá hemos dejado de lado las rosas para centrarnos en la temática de lo negativo y sádico que puede ser el mundo real, donde todo es complicado y las personas te decepcionan o te buscan atacar, lo cual está muy bien reflejado en su estridente sonido.  Es impactante como las fatídicas experiencias personales de los artistas pueden fomentar tan buenas creaciones, es construir algo bueno a partir de lo malo.

Actualmente, ha habido un giro con las expectativas que Korn (1994) nos había dejado: la banda ya no está para nada en su clima. Sus dos últimos álbumes, The Paradigm Shift (2013) y The Serenity of Suffering (2016), no han aportado ningún aspecto diferenciador con respecto a los primeros y  han sonado a "más de lo mismo". De repente, nos confundimos al escuchar sus tracks por pensar que se trata del mismo tema. Al menos en The Path of Totality (2011), cooperaron con  Skrillex para añadir algo de dubstep a su sonido, pero este fue el punto que marcó el agotamiento del estilo (además de la decepción de muchos fans). Atrás han quedado las variaciones más destacadas que inteligentemente llevaron a cabo en "Life is peachy " o en "Issues", cuando decidieron suavizar –sólo un poco- su agresividad inicial, alcanzando un gran éxito comercial.

Esta vez han perdido el rumbo, pero esto le sucede a tantas bandas, que a las que no son la excepción y no la regla.

Aunque ahora parece ser una banda predecible, quienes hayan escuchado sus primeros álbumes no dejarán de respetarla porque dejaron un legado. Actualmente Coal Chamber y Linkin Park siguen los pasos del nu y han intentado mantenerlo relativamente vigente, pero continuamos sin poder jactarnos de las innovaciones al metal que la banda californiana realizó.  Y hasta que no llegue un nuevo “maíz”, nos veremos obligados a seguir escuchando "Despacito" en la radio. Es eso, o que Korn encuentre la manera de volver a asombrar.

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