8 – Incubus (2017): después de la tormenta

Por Rosa Figueroa

Los 90’s en Estados Unidos son como lo que los 60’s fueron en Inglaterra. En aquella época, el país europeo vio el nacimiento sin control de bandas que marcarían a generaciones enteras, tales como The Beatles y The Who. Treinta años después, una situación similar ocurría con los norteamericanos, quienes vieron la consolidación de grupos que darían vida a géneros como el grunge y al rock considerado más alternativo. En este último grupo se encuentra Incubus, quienes cuentan con 26 años de carrera y en septiembre visitarán nuestro país.

El poco amado If not now, when? (2011) había sido el más reciente larga duración de los liderados por Brandon Boyd, y justamente fue este el disco encargado de encender las alarmas. Parecía que la banda quería transitar por nuevos caminos, porque si de cambios estilísticos se habla, ellos ya son expertos. Desde los aires de funk rock de su nacimiento, sus toques de nü metal, hasta su consolidación en la escena más alternativa se había podido escuchar, pero hace seis años decidieron adentrarse en algo más minimalista, mucho más cercano al pop rock, pero mucho menos Incubus.

La expectación fue máxima al pensar que los californianos estaban haciendo la continuación del EP Trust Fall (2015), pero -para suerte de sus seguidores- todo se materializó en un álbum de 11 canciones, mismo número que el anterior. Con este nuevo trabajo – y de nuevo para fortuna de los fanáticos- la tormenta de esa suerte de desastre musical del 2011 había mejorado en algo, pero sólo en algo.

8 peca de querer abarcar mucho de lo que han experimentado y de lo que quieren experimentar. En la octava producción de los norteamericanos se pueden escuchar influencias de sus más grandes discos, esos que los llevaron a la consagración, de su monótona séptima placa y de lo que quieren seguir haciendo, o eso es lo que hacen creer. Si bien hay temas destacables, hay otros que entran en la categoría de relleno. Lo triste es que la mitad de la producción está en el grupo de esas canciones que están ahí sólo por cumplir.

El comienzo lo hace “No Fun”, uno de los tracks con estilo más marcado que se podrá escuchar a lo largo de los 40 minutos del disco, y quizás con uno de los coros más pegajosos de éste. Lo propio ocurre con “Nimble Bastard”, aquel primer tema que se pudo oír en febrero y que responde a una mayor agresividad, como la de sus antiguos álbumes, pero que prometió mucho con respecto a lo que se venía.

De ahí en adelante hay un pop rockero predominante en lo que es toda la mitad de la placa. Canciones entre las que destacan “Glitterbomb” y “State of the Art” fueron las elegidas para adelantar el trabajo, pero son temas con poca trascendencia no sólo aquí, sino que en toda su carrera. Si bien en esta parte hay temas que tienen arreglos musicales correctos, sutiles e incluso buenos, los componentes totales de cada canción no las hacen brillar con respecto a otros hits que han marcado su trayectoria.

Hacia el final del disco se pueden volver a escuchar canciones con mayor fuerza. Los destacables riffs de Mike Einziger en “Love in a Time of Surveillance”, la envolvente instrumentalización de “Make no Sound in the Digital Forest” y la correcta mixtura de sonidos en “Throw Out the Map”, en la que cada integrante de la banda es capaz de destacar, dan un cierre redondo a este trabajo.

Los tres últimos temas, junto con los primeros dos, son lo mejor que se encuentra en 8.

Y es que desde que se mira la carátula se puede apreciar algo más plano que de costumbre, pues se deja atrás la creatividad visual caracterizada de Light Grenades (2006) y Fungus Amongus (1991). 

Lo que hasta este momento nunca ha defraudado es la voz de Brandon Boyd. Su calidad vocal en este álbum, como también en los antiguos, es algo de lo que no se puede tener queja alguna. Lo mismo ocurre con los demás integrantes, quienes cumplen su rol de manera correcta. El mayor problema está en resolver correctamente el lugar en el que quieren estar hoy en día.

Si se pudiera definir de una manera chilensis este álbum, lo más probable es que se use una frase como “mucho ruido, pocas nueces”. Las expectativas fueron máximas, pues saber que estaban trabajando con Dave Sardy y Skrillex generó demasiado entusiasmo, pero todo quedó ahí. 8 cumple, pero no destaca; llama la atención, pero no trasciende; es capaz de traerlos de nuevo a los oídos de sus seguidores y melómanos, pero es incapaz de superar sus antiguas glorias.

El próximo 26 de septiembre arribará a Chile la gira promocional de 8. Se sabe que el setlist estará cargado a los nuevos temas, pero también se podrá disfrutar de las joyas que posicionaron a Incubus en la cima. El paso de los años dejará ver si este es el camino que la banda tomará o si las sorpresas volverán a ocupar un lugar en sus vidas. Con el tiempo se verá si después de la tormenta por fin saldrá el sol.

Mientras tanto, escucha lo más reciente de Incubus, el material que vendrán a promocionar a Chile, durante septiembre, y que ya se encuentra disponible en YouTube y Spotify.














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