Barrio tradicional; sabor tradicional
Si hay un sector en Santiago que se caracteriza por su larga historia y claros elementos tradicionales, entonces de seguro que se trata del conocido Barrio Yungay. Este barrio, que data de mediados del siglo XVIII y que tiene como origen la conmemoración del triunfo de la Batalla de Yungay, sigue tratando de mantenerse intacto con el paso del tiempo, y de conservar los elementos estéticos más llamativos de tiempos ya perdidos.
| (Fotografía Nelson Cid) |
El Barrio Yungay es conocido entre los santiaguinos por su arquitectura clásica y, en la época reciente, por el interés que se ha generado entre los más jóvenes de poder vivir este legado, y de formar parte de lo que más de una vez se ha postulado para patrimonio nacional. Este sector de corte residencial sigue su pelea de poder mantenerse vigente, en especial por la ola de constructoras y edificios que amenazan con arrasar con toda una historia como país.
Aun así, existe esta conciencia entre los vecinos del barrio al momento de cuidar su espacio, y de poder embellecerlo, sin dejar que pierda su esencia tradicional. Es por eso que se puede ver una suerte de mezcla con aspectos más contemporáneos, que logran convivir entre sí. Ejemplo vivo de esto son los varios murales y que se logran ver en estas calles, y que reflejan el esfuerzo de los artistas de este sector, de poder mantener este lugar vivo.
| (Fotografía Nelson Cid) |
Dentro de los puntos conocidos de este barrio está la Plaza Yungay, también conocida como la “Plaza del Roto chileno”. Este suele ser el punto de convergencia para un gran número de eventos que logran reunir a gente de todas las edades. Además, es aquí donde se encuentran los varios locales que rodean la plaza en cada una de sus cuatro calles.
| (Fotografía Nelson Cid) |
Por supuesto, esta denominada "zona típica" tampoco se queda atrás en el ámbito gastronómico, y es por eso que también posee varios locales que ayudan aún más a encender esta rejuvenecida escena social. Uno de estos es la Fuente Mardoqueo. Esta sángucheria se encuentra a pasos de la Plaza Yungay, en un pequeño rincón por la calle Libertad, a la altura del 551.
| (Fotografía Nelson Cid) |
Aun así, no hay que dejarse llevar por la humilde fachada, ya que apenas se entra a este local es posible encontrarse con un cálido ambiente. Esta antigua casona convertida en restaurante por la familia Peñafiel a finales de los ochenta irradia personalidad en cada una de sus paredes, por medio de los diferentes recuerdos que decoran y dividen este local en diferentes secciones, cada una con su propia historia. Es así como todas las habitaciones de esta vivienda se han convertido en comedores, listos para recibir el gran flujo de personas que reciben a diario.
| (Fotografía Nelson Cid) |
Esta fuente combina los mejores aspectos de un local de comida rápida, y de los restaurantes de comida fina. La atención es expedita, y tan simple como llegar al mesón central, hacer el pedido, y recibir el plato en cosa de segundos. Además de esto, el local se digna con hacer toda la cocina visible al público, dejando que sus clientes vean como se hacen todas estas preparaciones.
En cuanto al menú, este local se especializa en una amplia selección de sánguches, cuyos precios se encuentran entre los 5.000 a 8.000 pesos, y vienen en dos tamaños; chico y normal, o para los entendidos en el tema, 250 grs. y 350 grs. respectivamente. Además, fuera de los típicos Barros Luco o Chacareros, existe una lista de agregados que se pueden sumar al plato ya elegido, y que no van más allá de los 1.000 pesos por ingredientes. Por último, tienen una gran cantidad de bebestibles que van desde jugos de fruta naturales, bebidas, y por supuesto, los mejores schops.
| (Fotografía Nelson Cid) |
Los ingredientes usados para los platos son frescos, al mismo tiempo que no se escatiman los costos; se aprecia lo contundentes que pueden llegar a ser los panes, y gracias a la cocina pública se puede ver el nivel de cuidado que se le pone a cada plato. Resulta difícil la mayoría de las veces el poder comerse un sánguche sin usar servicio gracias a los ingredientes que rebosan de la preparación, a menos que se quiera terminar chupándose los dedos (opción que tampoco es para nada mala).
En general, la Fuente Mardoqueo cumple con honores su propósito de deleitar a quien quiera ir a servirse un contundente plato, tan tradicional como puede llegar a ser un buen sánguche, dentro de un buen ambiente, y para pasar un buen rato. Este restaurante sirve como una buena adición a los tantos puntos de interés que un barrio como el de Yungay puede ofrecer.
Por Nelson Cid Aguirre

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