El estilo es francés, la once a la chilena
| (Fotografía Camila Aliaga) |
Recorriendo las calles santiaguinas, entre Miraflores y Miguel de Cervantes, se encuentra el Barrio Esmeralda. La zona destaca por la gran cantidad de tiendas y ferias que asoman tímidas entre la arquitectura de estilo europeo, sorprendiendo a su vez con la variedad gastronómica que ostenta.
Durante el año 2010 se da inicio a una de las cafeterías insignes del barrio, Café Cocteau. Junto al famoso mural de la mujer con trenzas, el local de estilo francés ofrece desayunos, almuerzos y onces.
A lo largo del día, el salón de té es visitado por adultos mayores, turistas, jóvenes y oficinistas. A las 7.30 de la mañana se despachan los primeros desayunos que no se detienen hasta las 22. El menú del local destaca por no poseer restricciones de horario, lo que otorga una mayor variedad a la hora de elegir qué comer. Por otra parte, el cliente puede solicitar variaciones en los elementos que componen las promociones existentes en la carta.
(Fotografía Camila Aliaga)
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A medida que la tarde avanza, las mesas y sillas ubicadas afuera del local comienzan a iluminarse lentamente por los pequeños focos de las guirnaldas que descansan sobre los árboles del sector. A su vez, al interior del Cocteau, la calefacción inunda el lugar y se mezcla entre el olor a café y los computadores de quienes escogen este lugar para refugiarse del frío.
La hora del té empieza a notarse a medida que la afluencia de público aumenta en conjunto con las órdenes de tostadas y pasteles. Debido a su textura y sabor únicos, el pan es solicitado no solo como once, sino que también para llevar. La panadería posee diez variedades distintas, entre las que destacan el croissant, la ciabatta, el baguette, la miche, el pan de campo y el de chocolate.
Si bien consumir el té o café con algo dulce es lo más común, Cocteau no deja de lado la simpleza y lo saludable. Una de sus onces clásicas hace homenaje al barrio en el que se instaura. Tostadas de campo, palta y mantequilla para acompañar, ensalada de frutas con yogurth y granola, jugo natural de naranja y té o café, componen Esmeralda. Este menú once cuesta $5.500 y es uno de las cinco alternativas más baratas y contundentes.
| (Fotografía Camila Aliaga) |
El pan llega caliente a la mesa en perfecta conjunción con la mantequilla que al sobreponerse se derrite sin resistirse. La palta por su parte, se mantiene con su color verde vivo firme en el recipiente. El jugo natural ha sido exprimido recién y conserva la pulpa de fruta en su final.
En la elección del café, se permite escoger entre cinco variedades; Espresso, Ristretto, Cappuccino, Cortado y Cortado Doble. Sea cual sea la elección del café, destacará por el sabor amargo que presenta y el olor a grano que desprende con facilidad. Si la preferencia es té, se elige una bolsa individual de las diez opciones de Dilmah que ofrecen, la cual es acompañada por una tetera con agua caliente que rinde aproximadamente tres tazas.
Al cucharear la ensalada de frutas con yogurth natural, se asoman de inmediato desde manzanas hasta kiwis, incluyendo frutos que no pertenecen necesariamente a la estación del año en la que estamos. Por su parte, la granola brinda la crocancia que la mezcla necesita y le otorga una apariencia aún más sana a la merienda.
Cada componente del menú genera una sincronía perfecta de sabores, texturas y temperaturas. Entre crujiente y suave, dulce y salado, cálido y frío. De esta forma, Cocteau cumple con la típica once chilena que involucra como ingredientes principales el té y el pan, pero otorgándole una importancia mayor a la cantidad y, por sobre todo, a la calidad.
Por Camila Aliaga.

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