La brutalidad de Nicolas Winding Refn se ve bien


Por Nicolás Gómez

     Nicolas Winding Refn ha sabido forjar su propia identidad dentro de la cinematografía contemporánea. Su trabajo evoca ciertos elementos que ha venido desarrollando desde el inicio de su trilogía Pusher en 1996. Los personajes herméticos, un lenguaje no verbal que transporta la narrativa, una cuidada estética visual y la violencia explícita son pilares con los que el director danés ha construido su carrera.
Desde Drive, estrenada el 2011, Winding Refn parece haber renovado su estética. Utiliza los mismo elementos ya señalados, pero ahora el neón es un ser omnipresente en su puesta en escena. En esa película y Sólo Dios Perdona (2013), ambas protagonizadas por Ryan Gosling, hasta la atrapante The Neon Demon del año pasado, ha buscado perfeccionar su estilo visual cargado a la luz artificial y la saturación de colores.
Las películas de Winding Refn se cuentan en los detalles, y no en los diálogos. Son las miradas, las reacciones, los tonos de voz y las sonrisas los que van construyendo a los personajes y desencadenando conflictos. Sus personajes pocas veces dicen lo que sienten, parecen constituir seres alienados en pos de un objetivo, pero privados de toda expresividad emocional.

Puede ser una historia de criminales, sicarios o de modelos de alta costura, como sea, todo terminará en violencia. Lo cierto es que Winding Refn no se inhibe en su brutalidad por cuidar su estética, es más, ambas parecen funcionar en armonía y elevan la violencia a ribetes casi poéticos. Es capaz de hacer un primer plano a un brazo siendo cortado por una katana y hacerlo bonito, al igual que mostrar al personaje degollado de Elle Fanning en la primera secuencia de The Neon Demon, pero cautivar por la belleza de su composición.

Tomemos a The Neon Demon. Una película sobre una modelo debutante, pero con una belleza que encandila, que se va abriendo paso en el turbulento y en ocasiones retorcido mundo de la alta costura y que culmina con un cierre inesperadamente sobrenatural.
Durante una escena a la mitad del film, el personaje de Elle Fanning (probablemente elegida por su apariencia inocente y angelical) se ve transitando por una pasarela como una metáfora materializada del viaje de niña a adulta. Todo con luces y símbolos de neón. Ese cruce hacia la pérdida de la inocencia ocurre sin diálogos. Es la transformación de los colores lo que permite concluir lo que pasa, sumado a una nueva actitud y una sonrisa perversa por parte de la protagonista.


El poder también es un elemento presente también en la obra del director, pero siempre ligado a la violencia. Se privilegia frecuentemente una relación de verdugos y condenados entre los personajes cuando la violencia se desencadena. No me refiero solamente al poder económico o jerárquico, que también está presente en sus trabajos, sino a uno manifestado en la propia composición de la fotografía. Son personajes parados torturando y golpeando a otros sentados, uno arrodillado siendo asesinado por uno frente a él, por ejemplo, dando una sensación de que su destino final  irremediable e inminente.

El cine de Nicolas Winding Refn es uno cautivador e interesante. El uso de la violencia y por sobre todo su desarrollada estética visual, son rasgos que hoy en día cuestan encontrarse en el trabajo de un director (omitiendo al maestro en esto que no necesita mencionarse).  Pocas veces la sangre brilló tanto.

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