La Dieta del Lagarto (1997): tomando el rumbo al más puro estilo Chancho en Piedra


Por Rosa Figueroa

Corría 1997 y el catálogo de la música chilena seguía sumando álbumes que marcarían el repertorio nacional. Los Tres lanzaron el esperado Fome, Joe Vasconcellos publicó Transformación y Nicole estrenó el disco que la hizo trabajar codo a codo con Gustavo Cerati, Sueños en Tránsito. Pero, a diferencia de los músicos ya consolidados en el mercado musical, hubo otros estrenos que permitieron visibilizar a artistas como los jóvenes Tiro de Gracia, quienes estrenaron Ser Humano!!, o a Solar, banda que lanzó Play, su primer larga duración.

La Dieta del Lagarto fue uno de los lanzamientos discográficos de aquel año, siendo el segundo álbum en la carrera de Chancho en Piedra. Los oriundos de La Cisterna habían estrenado en 1995 Peor es Mascar Lauchas, del que se desprenden temas como “Guach Perry” y “Sinfonía de Cuna”, este último inspirado en el antipoema de Nicanor Parra. Con este nuevo trabajo, la banda buscaba consolidarse plenamente en la escena rockera de Chile, además de encontrar un sello distintivo con respecto a otros artistas del mismo género.

17 canciones ocupan el tracklist del álbum que tiene una duración de 69 minutos. En éste, se mantiene la formación original del grupo, siguiendo Eduardo Ibeas en la voz principal, Pablo Ilabaca en la guitarra, Felipe Ilabaca en el bajo y Leonardo Corvalán en la batería, aunque existen casos en que la principal voz es realizada por alguno de los hermanos Ilabaca.

Las composiciones del disco giran en torno a temáticas cotidianas del chileno y también entregan críticas a problemas sociales de la época, los que igualmente se pueden entender como propios de hoy en día, 20 años después. Los casos más emblemáticos de esto son “Empresaurio” y “Cacho”, teniendo ésta un mensaje contra los cánones establecidos de lo considerado como hombría.




“Realizo Todo Bien” es el ejemplo del estilo funk/rockero que presentan los liderados por Ibeas en esta producción. Situación similar ocurre con la musicalización de “Rojito Veo el Mundo” y “Sami”, en las que incluso se pueden apreciar influencias de bandas como Red Hot Chili Peppers y su disco Blood Sugar Sex Magik (1991).

Los mayores riesgos son los tomados en “Da la Claridad a Nuestro Sol” y “Voy Vuelvo”, canciones que rompen con lo ya experimentado. La primera es uno de los temas más desarrollados, melódicamente hablando, hasta ese momento en su carrera, siendo Pablo Ilabaca quien lidera en la voz. La última, que también ocupa el último lugar del disco, es el broche de oro de éste, ya que ninguna de las otras canciones podría haber cerrado este trabajo de mejor manera, pues cuenta con una atmósfera envolvente para el auditor.

La fiesta funk y de onda disco se deja sentir a cabalidad con “Viejo Diablo”, pues la utilización de los bronces le da este carácter que no había sido mayormente trabajado por la banda hasta la fecha, pero que luego ya sería una constante. “Edén” refleja la idea funky y de goce, lo que hacen notar como algo propio y característico en la agrupación. Lo de gozar queda claro con la colaboración de Florcita Motuda en “Comiendo Banana”, un tema absolutamente disfrutable.

Otro aspecto importante que se debe considerar es el diseño del álbum. La conceptualización del “espermatochancho” llegando al ovusol se materializa con un claro nacimiento y consolidación estilística, esto queda en evidencia desde que se mira la carátula. Líricamente hablando, las canciones tienen un mejor trabajo comparadas con su antecesor, demostrando que la banda ya tiene un rumbo claro y definido.

Los fanáticos siempre han discutido si es este álbum o su sucesor, Ríndanse Terrícolas (1998), el mejor de la banda, aunque ambos responden a la misma lógica de estilo. A pesar de esto, se debe dejar en claro que este es el disco que refleja de mejor manera la esencia y forma con la que Chancho en Piedra quiere ser conocido en un futuro. Aquí se demuestra que un grupo de cuatro jóvenes buscarán seguir abriéndose paso en el mundo musical y su mejor arma será su toque picaresco, un sello distintivo.

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