SANFIC 1 - “Los Muertos”, de Lisandro Alonso


Por Diana Urbina

Es difícil decir si la película ganadora de la primera versión del Santiago Festival Internacional de Cine –SANFIC- llevada a cabo en el 2005 es buena o mala. Claramente, el hecho que haya obtenido el premio a Mejor Película nos hace pensar que sí, que es buena, que algo tiene. Y sí, lo tiene, pero no está presente a simple vista, por lo que apreciar “Los Muertos”, del director argentino Lisandro Alonso, es una tarea que no se hace con los parámetros comunes que se conocen para criticar el cine.

Teniendo en cuenta que Los Muertos se estrenó en un cine no comercial y en funciones restringidas en la sala Leopoldo Lugones del Teatro General San Martín (Buenos Aires), no es complejo adivinar que esta película pudo no haber generado un público masivo, y si lo tuvo iba a costar asimilar el contenido de la película. 

Los Muertos es una película demasiado singular y extraña: un protagonista sin su antagonista, la forma narrativa compuesta por momentos no tan fuertes, lo personal que tiene la representación del paso del tiempo y el estilo duro y documental al momento de actuar lo real componen un desarrollo “anti dramático” de la historia.

Un hombre llamado Argentino Vargas (54) sale de la cárcel después de haber matado a sus dos hermanos. Se va a reencontrar con su hija, que vive en unas islas. Así de simple es la trama de Los Muertos, la cual según Alonso está inspirada en una novela del grandioso escritor ruso Dostoievski llamada “La Casa de los Muertos”. Esta novela trata sobre un tipo que sale de la cárcel y huye de la gente.

La historia de la película se basa en un hecho muy sencillo pero al mismo tiempo complejo: un sujeto sale de la cárcel, y la intriga está en saber qué es lo que va a hacer ahora que es libre. Pero estar preso de libertad conlleva muchos cambios en lo que respecta a las personas. Por eso, el protagonista de Los Muertos es una persona sin expresión y sin vida, condicionado por el lugar donde vive, por la gente que vive en ese lugar, los lugares que frecuenta. Gente que vive resignada, sin pensar en lo que viene mañana o pasado.

La película se divide en cuatro capítulos: los días estando en prisión, la salida de la cárcel, un viaje por el río y el encuentro final. Cada una de estas etapas es registrada por la cámara, de manera en que hasta el más mínimo acto banal de un ser humano queda expuesto sin importar si es aburrido o llamativo.

Sin embargo, a pesar de todo lo que ocurre en el viaje “de vuelta a casa”, la sensación que perdura es la de la nada, porque el personaje principal no hace mucho si se ve desde el punto de vista cinematográfico de hoy: va y viene por la cárcel, se corta el pelo, al salir de la cárcel se acuesta con una prostituta, etc. Y al no tener un antagonista la inacción del personaje principal propicia el desarrollo anti dramático de la película. En el fondo, no hay un conflicto que deba ser solucionado, no hay choque de fuerzas. No hay acción hollywoodense.

Aún así, los espectadores pueden generar esperanza al esperar que el protagonista llegue a casa. Pueden generar curiosidad por saber qué ocurrirá cuando eso pase (si es que pasa, nada de spoilers acá), pero este momento –quizás el más importante para el sentido común- no se cuenta en la película, ya que lo importante aquí es el viaje, lo que está entre la salida de la cárcel y el reencuentro con la familia.


Lo más rescatable que deja Los Muertos es el arte al momento de registrar los detalles. Por eso, juzgada desde ese punto de vista, es buena. Y, probablemente, no resulte interesante para lo que conocemos como cine en la actualidad, pero quizás la falta de costumbre a un cine mucho más detallista, profundo, complejo y real es el elemento que tanta falta hace al momento de apreciar una película que no sea hija de la edición y de los efectos especiales. 




Los muertos
(Argentina, 2004)
Dirige: Lisandro Alonso
Actúan: Argentino Vargas, Francisco Dornez, Yolanda Galarza
Guión: Lisandro Alonso

Duración: 78 minutos.


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