Sanfic 8 - Corto “Voces al viento”: El dibujo de la resistencia
Por Felipe Pastén Fernández
2011. Ya se
conoce en Wikipedia como el año de la “primavera chilena”. Y más que eso, los
libros de historia (si es que todavía alguien se preocupa de escribirlos)
hablarán sobre un período de clímax en la agitación social del país. Desde los
estudiantes secundarios se levanta un reclamo, en respuesta a la filosofía del
gobierno que en su segundo año parecía insistir en un solo foco: el “respeto”
por las libertades individuales.
2012. Un año después del
thriller masivo por la educación, la emblemática marcha de los paraguas y movilizaciones
que no solo convocaron al estudiantado, sino también a la ciudadanía, que le
otorga un 80% de aprobación en las demandas por enseñanza pública, gratuita y
de calidad.
En este contexto, “Voces al
viento” de Daniela Prado muestra la relación entre dos oprimidos de un Santiago
donde hablar es un delito. En una dictadura 2.0, donde “El General” maneja
computadores y persigue al autor del prohibido libro que pone nombre al
cortometraje.
La construcción de esta
sociedad silenciada carece de mayor profundidad, delineando un dibujo algo
simplista de la opresión en un régimen. Elementos simbólicos como la
mascarilla, los guantes quirúrgicos y una venda en los ojos, resumen la
condición humana en esta capital represiva mejor que las explicaciones verbales
en los diálogos.
Los grandes aciertos de la
producción tienen que ver con guiños técnicos más que con la propia historia. Transiciones
de toma con estética original transportan a Paula Andrade (interpretada por María
Gracia Omegna, de “Joven y Alocada” y “Dama y obrero”) a la guarida del
letrista revolucionario Álvaro Martinez (Cesar Caillet), conocedor de una
verdad contestataria de la cual no se sabe ni se entrega mayor información.
Sonido…
La música genera una
presencia interesante en los primeros minutos. Está a punto de construir una
atmosfera distópica creíble, sin embargo, parece que se desinfla en la segunda
mitad de la pieza, estando ausente en algunas escenas. Tal vez en honor al
concepto de silencio, aunque para sospechar eso hay que rebuscárselas.
El 90 por ciento de las
voces son dobladas en estudio. Esto le hace perder naturalidad a las
interacciones, con susurros e inflexiones que a ratos parecieran estar montadas
con desfase.
En síntesis, el primer
cortometraje de Daniela Prado (24) contiene aspectos visuales prometedores, si
nos concentramos en la habilidad de mantener la atención. No obstante, un discurso
más consistente hubiera enriquecido el relato, que con reconocidos
protagonistas pudo transmitir un mensaje más potente, para distinguirse entre
la gama de obras que retratan la opresión.
Como verán, es fácil
exagerar un poco cuando se trata de advertir los peligros de una sociedad que
no se manifiesta, pero es parte de un recurso que a estas alturas cumple una
función: sensibilizar. Esto lo han entendido a cabalidad pingüinos y
universitarios. Se puede ser panfletario, rimbombante, transmitir un mensaje
con besatones por doquier. Ahora bien, cada acto de provocación ha de estar
sustentado en un discurso creíble y ahí surge el reparo con “Voces al viento”.
Estuvo la oportunidad de
retratar una dictadura futurista más evolucionada (aunque en este caso no se
sitúa en el tiempo, al menos con claridad), donde los líderes carismáticos (y a
veces no tanto) dan paso a la supremacía de la inteligencia artificial. O ni
siquiera yendo tan lejos: la potencial esclavitud autoimpuesta por los propios
ciudadanos, en nuestra creciente dependencia Smart.
La oportunidad se puede
aprovechar más.
FICHA TÉCNICA
Directora: Daniela Prado
Duración: 20 min.
Lenguaje: español
Producida en Chile
Rodaje: Santiago (Chile)
Estreno Nacional: 2012
(Sanfic)
Internacional: 2012
(Festival Internacional de cortometrajes FENACO, Perú)

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