UNA PELI PARA EL FINDE: GUARDIANES DE LA GALAXIA VOL. 2
No la había
visto antes porque no me llamaba la atención. Pero era unos de esos fin de
semana en los que quedarse en la camita es obligación, viendo alguna serie o alguna
película. Entonces, dentro de todo el catálogo que ofrece el internet, al azar
se reprodujo Guardianes de la Galaxia Vol. 2.
De la mano de
Peter Quill/Star Lord (Chris Pratt), vuelve toda la tripulación futurista de la
primera película, incluso Groot (voz prestada por Vin Diesel) en forma de bebé.
Y qué bebé más
tiernito.
De manera considerable
y efervescente, la película comienza con
Quill y los demás frente a una especie de “masa” intergaláctica, con tentáculos
y una fila de dientes ideal para comer o simplemente rasgar las extremidades
del cuerpo. Estas introducciones tan caóticas y características de las
superproducciones que Marvel está acostumbrada a mostrar siempre indican el
camino que tomará la película, así como también re introduce a los personajes,
mostrando sus habilidades, fortalezas y debilidades, mientras nos encontramos
con una Gamora (Zoe Saldana) mucho más lejana que en la primera película. Puede
ser que el director/escritor James Gunn esté trabajando en la –evidente-
relación amorosa entre ella y Quill,
preparándola para una tercera entrega.
Lo interesante
de esta segunda parte es que las historias personales de los guardianes
continúan emergiendo. Esto explica los frecuentes y violentos intercambios
entre Gamora y su hermana Nebula (Karen Gillan), una calva media pesada que quiere
matar a su hermana, como también los orígenes de Quill. Se nota que el señor
Gunn le puso color con el rasgo que diferencia la primera entrega con la
segunda: la emoción. Porque emociona el reencuentro de Quill con su papá,
llamado Ego e interpretado por Kurt Russell, aunque su versión más joven se vea
con un rostro totalmente modificado de manera digital, notándose a kilómetros.
Sin embargo,
antes de que Russell sea absorbido por la historia y los efectos digitales, su
personaje da la sensación de eterna juventud, mientras Quill se hunde en los
pensamientos de un no-papá. Y tal como
sucedió en la primera película de esta saga de Marvel, las escenas se alternan
entre una dramática/seria y una chistosa. Un truco que, entre otras cosas,
ayuda que el foco no sea la violencia, añadiéndole un toque de humor negro en
el proceso, sobre todo Rocket Racoon, el pesado mapache piloto interpretado por
Bradley Cooper.
Es importante
destacar que otro elemento genial que tiene Guardianes de la Galaxia vol. 2 es
el impresionante atractivo visual lleno de colores que dan la impresión de
estar en otro planeta. Ejemplo de esto es el planeta de Ego (sí, tiene un
planeta propio, quizás por eso el nombre) siendo una fantasía caleidoscópica media
sicodélica que tanto se dio en los setentas, en las portadas de discos hippies
y metaleros.
Todo esto se
suma a una película que es una joya de la alegría y del humor
implícito/explícito. Lo mismo ocurre con la camaradería, los impresionantes
efectos visuales y la buena banda sonora. Hacia el final del vol. 2, alguien
–cuyo nombre quedará en secreto-le pasa a Quill un "nuevo"
dispositivo de música. La broma es que es un Zune. Después de maravillarse de
que puede contener 300 canciones se
desplaza a través del menú y, al igual que lo hizo al final de la última
película, le da play a una canción. Es "Father and Son", de Cat
Stevens.
De todas
maneras, Guardianes de la Galaxia vol. 2 es una película absolutamente
recomendable, y no solo para los fanáticos del mundo Marvel, sino para todo
aquel que esté aburrido un fin de semana y quiera reírse un rato.
Por
Diana Urbina

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