Cómo divertirse en un “no lugar”

Por Felipe Pastén

    Quería saber cuánta gente andaba por la calle después de las fiestas. Nunca me tomé la molestia de recorrer Av. 5 de abril en estas fechas, que recuerde. Pero hoy puedo trotar. Se me pasó el resfrío del capítulo anterior. Recorro desde la Copec hasta la heladería. En los 3 km hay murales con consignas anti AFP, peluquerías colombianas, comida china. Lugares donde pensaba detenerme, pero no había nadie.

¿La calle?, desértica. Imagino que ya todos están en sus pegas y parece normal. Pero detente. Son las 6 pm, hora punta, y las micros no van tan llenas. Hoy no voy a buscar a la Villa Francia, voy a buscar a la gente que vive en ella. ¿A dónde se fueron?
Me dio un ataque de alergia primaveral. Paré de correr.

Una ducha y más tarde tomo la troncal 506, que recorre 5 de abril de punta a punta. Si, hay vehículos. Tampoco es un film apocalíptico. Supongo que el ajetreo capitalino se calmó con el aire dieciochero. Hasta los rostros en la micro son más relajados. Nada mal. 

Mis fiestas fueron súper tranquilas. A mi gusto, no fomes. Descansé harto y me bailé un par cuecas (con mi vieja). No faltó su asado. Pero como no gasté tantas energías, me fui al cine. Si, solo. He cancelado hartos planes de diversión por la disponibilidad del resto. Así que me bajé en Metro Las Parcelas y me fui al Mall Arauco Maipú. Para llegar a la entrada, es obligatorio pasar por un vecindario. Como si este antro del libre comercio fuera un vecino más.

Llego al acceso, donde me recibe un cartel gigante de una multitienda con nombre de capital francesa.  Para entrar al centro comercial, también es necesario recorrer los pasillos de ropa de la tienda. Este paseo está lleno de lugares “obligatorios” por los que pasar antes de llegar al destino. Quiero estar dentro del mall, pero ya estoy en él y no me doy cuenta.

¿Qué lugar es propio de un mall? ¿hay algo dentro que realmente lo caracterice, más allá del aglutinado de locales de ropa, cine, patio de comidas y otros servicios? Eso lo encuentro afuera, pero aquí está todo reunido y se nos ofrece como un solo sitio. Estaba lleno de gente. Aquí estaba la población que buscaba. En el Arca. 


No pretendo lanzarme a una gran reflexión anticapitalista. Si bien, es sano hacerlo cuando el consumo me consume, hoy quiero pasarlo bien. Un par de vitrinas, una heladería y llego al cine. Está más lleno todavía. Mi entrada es para dos horas más. A la izquierda de las boleterías hay una fila de arcades con pistolas y máquinas de peluches. Frente a mi una máquina de Guitar Hero y allí me quedo. Era segunda vez en la vida que jugaba, a lo más.

Una moneda de 500 y a tocar “Bulls on Parade” de Rage Against the Machine. Conozco el tema (cuelgo video al principio) y por seguir bien el ritmo saco un decente 91% de puntaje, en nivel intermedio. Me envicié. Probé con otras canciones como “Paranoid” de Sabbath y “Kight of Cydonia” de Muse, pero con el tema de RATM, algo de gente se congrega para mirar. Después unas 5 chauchas saco 94%. Esto fue más que la suerte del novato.


En un chasquido se me pasaron las dos horas. Entré a ver la película. Sala repleta y la gente se reía bastante con la cinta. No paso en el cine a causa de este género. ¿La cinta? Entretenida. Un recorrido por otro lugar: las emociones. La risa y la tristeza se fundieron con el misterio. A las 12 de la noche quedé libre y tenía que volver a casa. Solo, tarde y en micro. Se marchaba la única pareja del lugar que antes estaba repleto.



Salgo del cine, y un cartel vaticina mi regreso.

¿Peligroso el retorno? Llegué flotando. 


    


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