Tomasa del Real: Desde Iquique para el mundo, baby


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Las canciones de Tomasa del Real son una revolución. Las típicas historias de reggaetón de un hombre varonil que acecha a una mujer que está a su disposición siempre y que se desvive por él dan un paso atrás. La Rihanna chilena sentencia en sus letras la libertad que posee la mujer para aceptar o rechazar una invitación, y no solo eso, sino que también abre las puertas para establecer nuevos códigos dentro del género.

Valeria Cisternas se atreve a idear un nuevo tipo de reggaetón. El neoperreo. Ella lo define así debido al acercamiento que poseen sus canciones con el pop. Bajo este refugio se da el placer de hablar sobre sexo, drogas y alcohol, temas que aún en Chile son dominados por hombres. Y lo hace bien. Lo demuestra el éxito que ha obtenido siendo la única mujer dedicada al reggaetón en el país.


Más allá de las letras, la performance que ofrece la Reina del Neoperreo es todo un fenómeno. Tanto en términos de vestuario como en presencia escénica. Deja atrás a la musa de reggaetón delgada y sumisa, que se preocupa por parecer una modelo para su hombre. Es más, mezcla elementos correspondientes a otros estilos de moda y musicales. El uso de lentes de contacto blancos –típicos del estilo gótico-, la mezcla con la música electrónica y el pop, nos hacen comprender que no es una cantante más, que busca diferenciarse y lo logra con creces.

Si bien la propuesta de Tomasa se relaciona con un empoderamiento femenino tanto en el uso de espacios que antes estaban establecidos socialmente solo para hombres como en el protagonismo que toma la mujer a la hora de decidir qué, cómo, cuándo y dónde quiere encontrarse con alguien, su música no se aleja de los vicios machistas que destacan al género musical en el que se desenvuelve.


En este sentido, la mayoría de sus letras son dirigidas a otro –hombre- siendo este el tema central a desarrollar, continuando con las mismas lógicas patriarcales que caracterizan a la música, en su máxima amplitud. A esto último, es preciso darle énfasis, ya que, en general, el reggaetón ha sido estigmatizado por sus letras sexistas, siendo señalado con el dedo en infinitas ocasiones, como si en otros géneros musicales no se reprodujeran estas prácticas. Pareciera que el reggaetón no nos molesta tan solo por su sexismo, sino que también por su origen.

Debido a lo anterior, para analizar la música de Tomasa del Real hay que tener en cuenta el contexto en el que surge. En un ambiente que destaca por la cultura callejera, las interacciones simbólicas que se establecen son distintas. Censurar el reggaetón por su contenido transgresor sería ignorar que existe esa realidad en la sociedad. En este sentido, la cantante y tatuadora plasma la realidad de quienes viven en Iquique, ese pequeño Miami –tal como ella lo denomina- inserto en medio de Chile, un país cartucho y clasista.

La capital de Tarapacá le permite soñar con un mundo que está más lejano que cercano, pero que gracias a la Zona Franca que presenta la comuna puede alcanzar al menos a través de objetos que jamás encontrará en Santiago por el mismo valor. De esta forma, puede darse los lujos que poseen los sectores más acomodados del país a un precio muchísimas veces menor. Y esto, es lo que le permite jugar a ser una estrella. Un juego que cada día toma más forma, que ya es una realidad.
 

Actualmente, la artista se encuentra de gira presentando su disco 'Bien y Mal' por España y Berlín, tras su exitoso paso por México. País que visitó por cuarta vez. 



Por Camila Aliaga.
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