Tradición dieciochera entre cuecas y peleas



Cueca.jpg
(Gentileza Amigos de la Cueca)


De improviso, con un cuidadoso sonar de teclado, un guitarreo con harta gallardía, panderos retumbando y gritos avivando la cueca, asoma todo el espíritu dieciochero.  No importa la fecha ni el lugar, que con sólo los primeros acordes de “El Guatón Loyola”, aflora lo más guachaca de cada chileno.
Ya van 60 años desde la publicación del tema, cuando un inspirado Alejandro ‘Flaco’ Gálvez contó la historia de su amigo, Eduardo Loyola. Una canción que se instaló con fuerza en los chilenos, se arraigó en lo más profundo del inconsciente común y perdura por más de medio siglo.
Pese a que existen un sinnúmero de cuecas, ésta se encuentra en un sitial único. Con una historia archiconocida, sobre el compadre que se agarró a combos por allá en Los Andes, esta pieza musical es de culto. Qué más criollo que aquel sujeto que con unas copas de más se las da de vivo, pero termina mostrando la hilacha.
A diferencia de otras, acá no se ensalza la patria, ni los héroes ni las gestas heroicas. Un punto para ellos. Acá se retrata un acontecimiento de campo, esa fonda eterna, con harta chicha, leseo y que termina quedando la tendalá al final de la fiesta.
Una cueca que aleja el tradicional chovinismo que recoge este baile. Esa figura nacionalista innecesaria que muchas veces se incorpora. Más que mal, la simplicidad del relato mismo, aparte de hacerlo divertido, deja visible algo que todavía es recurrente en algún lugar de Chilito. Bastante frecuente y plenamente vigente.
Me recuerda a más de algún tirón de mechas que presencié cuando chico en una ramada. Esas peleas que dan risa, donde los combos no dañan a nadie. Esos manotazos sin destino que se quedan en las puras ganas. Pero bueno, el pobre Loyola vaya que terminó moreteado, no por nada quedó como cacerola según cuenta la historia.
La gracia de “El Guatón Loyola” radica en el conjunto mismo. Tiene una mística única que encanta. No importa quién sea el intérprete, lo primordial es tocarla con ganas y entusiasmo, que de seguro hará zapatear bien hasta el más tieso de los cristianos. Menos a Lagos Weber, él no tiene caso. Pero no nos desviemos y volvamos a lo nuestro.
No debe existir chileno que escuche este tema y no lo asocie a las fiestas patrias. Esos días de jolgorio colectivo, tomatera incesante, sed insaciable y apetito por anticuchos, empanadas y asado. Está bien, el foco no es lo gastronómico, pero es un recuerdo que se manifiesta de inmediato.  
Casualidad no debe ser que muchos se sienten representados con esta canción. Quizás no sea por la letra misma, más bien por la esencia puramente guachaca del protagonista. Esa motivación por colocar la cara, aunque el desenlace no sea el mejor. Tal como Loyola, que igualmente se plantó a pelear y terminó yéndose a pérdida.
Un tema que recoge elementos propios del chileno, la idiosincrasia misma. Eso que tanto nos identifica, y que con una estúpida pelea, refleja a muchos en tiempos de fiestas patrias. O quizás, si ya no vuelve a ocurrir, ya quedó inmortalizado en la letra de "El Guatón Loyola”.
Por Sebastián Galleguillos Peredo

A continuación, escucha la versión remasterizada:
Canción: El Guatón Loyola
Artista: Los hermanos Campos
Álbum: Su Majestad la Cueca
Género: Folclórico
Duración: 02:16



Comentarios

Entradas populares