Victor: un recuerdo a 44 años de su muerte
Cuando era pequeño, un cuadro con tres rostros me llamaba la atención cuando estaba en el cuarto de mi abuelo. Eran Salvador Allende, Pablo Neruda y Víctor Jara. Todos, como es de conocimiento popular muertos en septiembre del 73`.
Cuando crecí entendí cual simbolismo representaban esas tres personas. Allende y Neruda eran personajes políticos conocidos de la época, uno fue presidente, el otro fue senador y luego embajador de Chile en Francia. En cambio, Víctor Jara no era nada de eso, no era del círculo más cercano al presidente Allende, no. Él era un cantautor y profesor de la Universidad Técnica del Estado.
Cuando crecí entendí cual simbolismo representaban esas tres personas. Allende y Neruda eran personajes políticos conocidos de la época, uno fue presidente, el otro fue senador y luego embajador de Chile en Francia. En cambio, Víctor Jara no era nada de eso, no era del círculo más cercano al presidente Allende, no. Él era un cantautor y profesor de la Universidad Técnica del Estado.
Foto por Daniel Caro. |
Recuerdo la primera vez que le pregunté a mi madre quién era Víctor Jara, el cantante que mi abuelo tanto escuchaba. Ella me contó que ese hombre solo era un cantante, uno que por ser fiel a sus ideales fue humillado y asesinado brutalmente. Recuerdo, cuando con lágrimas en los ojos, mi madre me decía que los militares le habían destrozado las manos a Víctor y que luego le habían pasado una guitarra para que la tocara antes de acribillarlo en el estadio que hoy lleva su nombre.
Escuchar a Víctor Jara tiene detrás una connotación política. Mis compañeros en el liceo me decian “comeguaguas”, pues en mi MP3 en vez de tener cumbia o Reggaeton, tenía “El derecho de vivir” o “Ni chicha ni limoná”. Pero no es así, no se necesita ser izquierdista para apreciar aquellos hermosos poemas de Víctor, esos que te erizan la piel, que te hacen volver hasta un instante donde la vida era mucho más difícil pero era más simple. Donde si existían los sueños de una vida digna para todos.
Pero Víctor Jara hablaba más que de política en sus canciones, no era el miembro del partido comunista, sino un chileno hablando del pueblo de los 60`y 70` en sus canciones. Del niño que jugaba con su pelota de trapo y los animales de su padre, de la muchacha que iba al trabajo de su amado a buscarlo o de esa fiesta típica del pueblo chileno de mediados del siglo pasado.
Y aunque algunos quieran engañarnos y creer que el Chile de los poemas de Víctor ya no existe, se equivocan. Porque aún mueren ancianos esperando a ser atendidos en los consultorios o aún hay niños como Luchín, “que comen tierra y gusanos”, como decía Jara, yo soy un ejemplo claro de ello. Que me crié entre los animales de mi “tata”.
Mi abuelo no pudo dejarme nada físico, pero me dejó ese gusto por Víctor, esas ganas de escuchar una y otra vez “Juan sin tierra” o “el cigarrito”. Mi abuelo me dejó un ideal, ese de antaño, ese de Jara, que ya no existe, de querer un mundo mejor.
Y a pesar de que Víctor lleva 44 años muerto y mi abuelo 14, el ideal de ambos sigue muy vivo y lo seguirá mientras vivan personas que no los olviden como yo y que griten a viva voz que todos tenemos “el derecho de vivir en paz”.
Por Daniel Caro.
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