DAMON ALBARN - TEATRO CAUPOLICÁN - 9 DE OCTUBRE 2014
Damon
Albarn – Teatro Caupolicán - 9 0ctubre
2014
Parecía
como si los que hacían esa fila para entrar al Caupolicán vinieran a ver tres
shows distintos. Veteranos de la época del brit pop llegaban con sus poleras
como testamento de la gira de Blur el
año pasado, esa que los volvió a juntar
después de una década para recordar los buenos momentos y sus mejores
canciones. Noodle, Murdoc, Russel y 2d se estampaban en la ropa y los afiches, desparramados
sobre una esquina de la calle San Diego que los comerciantes ofrecían al que esa noche buscara ser testigo
por primera vez del legado en vivo de Gorillaz, esa banda que a principios de
milenio refrescó las pantallas de MTV con su propuesta ambiciosa de músicos
animados, que partió con el hip-hop pero que a lo largo de los años irían
rompiendo las barreras entre géneros musicales y lo visual como concepto en
cada uno de sus discos.
También
estaban los que escucharon el “Everyday Robots” (2014, Parlophone) y se
enamoraron del trip-hop melancólico y
confesionario que regalaban sus doce canciones, razón suficiente para comprar
la entrada y buscar disfrutarlo en directo.
Todo
lo anteriormente descrito tiene un único denominador común, Damon Albarn, que
se presentaba esa noche en un Teatro Caupolicán repleto y que prometía
satisfacer las expectativas de cualquier seguidor de los proyectos que el
británico ha tenido a lo largo de sus más veinte años en la música.
Ese
año, 2014, Damon dejaba su banda madre de lado y se aventuraba solo en un disco
que tenía pendiente desde mucho tiempo. Su primer disco solista veía la luz en abril
y no tardó en confirmar que Albarn no se equivoca aunque le cambien la cancha y
tenga que jugar por su cuenta. Everyday Robots aparece como un disco
inexplicablemente postergado si se toma en cuenta la cantidad de proyectos en
los que participó antes de este, pero que valió la pena esperar.
El
show partía unos minutos pasadas las nueve de la noche, de forma explosiva con
“Spitting Out Demons”, una rareza desempolvada del catálogo más desconocido de Gorillaz que sorprendía la normalidad de
una gira que había tenido hasta la fecha un setlist poco flexible, pero que
terminó siendo un buen primer golpe.
“Lonely
Press Play” y “Everyday Robots” fueron los temas que empezaron el recorrido por
el disco nuevo, que le permitió a Albarn actuar de una forma más íntima con el
público desde el piano y desde el borde del escenario para ya robarse todas las
miradas y no devolverlas por la hora y cuarenta que terminaría durando el show.
“Escuchen, hay un problema con
la barrera, tiene que hacerse para atrás un poco”, así empezó el hecho que traería dolores de cabeza
a la banda y al público, además de denotar el fiasco de una productora que
tendría un par de problemas técnicos más durante la noche. “Necesitan
arreglarla, de otra forma va a salir gente lastimada”, advertía un incrédulo
Albarn antes de retirarse junto a su banda, mientras el público intentaba
deducir cual era el problema y porqué había gente del staff corriendo sobre el escenario en vez de los artistas.
El problema era que la barrera
que limita entre el público y el escenario estaba mal ubicada y con riesgo de
ceder, según salió a explicar minutos más tarde un representante de Lotus
Producciones entre insultos y pifias de todas partes teatro ante tan vergonzoso
inconveniente.
Se volvió indignante cuando la
situación se había alargado por veinte minutos, con la duda fundamentada de si
el show continuaría o se acortaría producto del atraso.
Después de más de media hora de
silencio, las luces volvieron a apagarse y Damon Albarn ingresó una vez más al
centro del escenario con su banda, en una especie de encore improvisado en el
que intentaron volver a entrar inmediatamente en calor. Su arma fue “Tomorrow
Comes Today”, del disco homónimo de Gorillaz del año 2000, canción que supo
dejar atrás las frustraciones de los problemas técnicos y como regalo a la
paciencia de los asistentes.
Le siguieron “Slow Country” y
“Kids With Guns”, temas insignes de Gorillaz interpretadas por un Damon que no
paraba de saltar y tocar las manos de la primera fila, contagiando energía y
ganándose al público cuando afirmó que se encontraba frente a la audiencia más
ruidosa que le había tocado.
Entremedio
de “Three Changes” y “Kingdom of Doom” de su casi inadvertido proyecto “The
Good, The Bad and The Queen” que lo juntó con gente de The Clash y otros
músicos destacados, tuvieron lugar más canciones del Everyday Robots.
“Hostiles”
y “Photographs (You are taking now)” fueron temas que tuvieron a un casi
solitario Albarn, armado de una guitarra y después un piano aliándose con un
público que coreaba hasta los samples de ambas canciones.
Luego
fue el turno de “Dam(n)”, canción del proyecto Rocket Juice & The Moon, que
subió al escenario al rapero de Ghana, M.anifest, para interpretar una
sorprendente versión de un tema que no estaba en los planes del públicos.
Lo
que siguió fueron tres dupletas de las facetas más relevantes de Albarn, un par
de su debut solista con “You and Me” y “Hollow Pounds”, un dúo de Gorillaz a
cargo de “El Mañana” y “Don’t get lost in Heaven”. “Out of time”, interpretada
con un Damon solo frente al piano y el “All your Life”, un lado b que nada
tiene que envidiar al resto del catálogo de Blur y que tuvo la misión de cerrar
la primera parte del concierto.
Durante
lo que llevaba de concierto, los músicos debieron sortear otros inconvenientes
que variaron entre cortes de correa en los instrumentos hasta un par de cortes
de luz en el escenario, que obligó a los artistas a apoyarse en solo en un foco
manual. “Este es el mejor concierto que he hecho en toda mi vida”, ironizaba un
despreocupado Albarn intentando dejar atrás las dificultades de un show que ya
se adjetivaba como accidentado.
El
único encore de la noche lo abrió una
íntima versión en piano del himno de Blur “End of a century” y que supo
contrastar con la excitación general producida por el esperadísimo “Clint
Eastwood” que hizo otra vez a subir al escenario a M.anifest para un
performance coreográfica y de comedia entre el rapero y Albarn.
The
Heavy Seas Chorus se sumó al resto de la banda sobre el escenario para darle el
cierre al show, primero con “Mr Tembo”, uno de los puntos más altos de la
noche, en el que el británico supo adecuarla al momento y cambiar una frase
icónica de la canción por un “In Chile, In Chile”, gesto del que también fueron
cómplice los asistentes que sabían lo que se venía. Finalmente, “Heavy Seas of
Love” logró darle fin a un show que se cerró entre risas, con un Albarn que bromeaba sobre la forma fálica del
sombrero de elefante regalado por los fans durante la canción anterior.
Damon
Albarn hizo uso de su gigantesco carisma para no dejar que el show se viera
empañado por las vergonzosas fallas de producción que pusieron en riesgo la
continuidad del concierto y junto a su impecable banda, The Heavy Seas,
supieron hacer de esa noche un velada redonda con un setlist capaz de
satisfacer la expectativas de los seguidores de toda la carrera del británico.
Por Nicolás Gómez
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