DIVAS, ENTRE EL AMOR Y EL ODIO

Por Erik Rios Salazar 

Casi cualquier ser humano guarda en lo más profundo de su ser un ídolo de masas al que odia con todas sus fuerzas. Son cantantes que causan pasiones, tanto de admiración como de puro odio. Las dos caras de una moneda. La cal y arena de una figura de renombre. Muchas veces ese odio surge por simples cuestiones de simpatía con el personaje. En cambio en otras ocasiones se debe más bien a la baja calidad del producto musical que vende el cantante en cuestión. Muchos personajes copan la lista de ránkings de personalidades más odiadas. Las parodias sobre sus canciones se cuentan a miles. Muchas de ellas son realizadas por sus propios fans como admiración a su cantante, pero otras las hacen verdaderos antifans. En ocasiones es difícil distinguir las unas de las otras.  

Una diva que causa diversidad de opiniones es Katy Perry. Son ya muchas canciones suyas las que se han convertido en habituales en las listas de reproducción de las radios de todo el mundo. Muchos la acusan de ser un producto artificial de estudio, de ser una artista vendida a la música comercial, pero a ella parece no importarle. Sus canciones acaban siempre en lo más alto de los tops musicales. A pesar de que el directo no sea su mejor aliado, parece gustar a cierta parte del público, bastante cuantioso además. 


Lady Gaga es un verdadero ídolo de masas. Una verdadera figura que comenzó con aquel sencillo Just Dance, y que pronto logró convertirse en una personalidad consagrada cuando su single Bad Romance fue, en aquel momento, el videoclip más visto de la historia de Youtube. Excéntrica y con atuendos estrafalarios e imposibles, coreografías que ya son historia, videoclips donde lo extraordinario está a la orden del día… Todos estos complementos hicieron de Lady Gaga una cantante con un perfil diferente a las demás, que llamaba la atención de fans y críticos con sus polémicas posturas. Sus seguidores la aclaman, sus detractores le achacan que todo en ella es una continua performance nada improvisada. Lo que está claro, es que levanta polémica allá por donde pasa.


Miley Cyrus es una de las cantantes más jóvenes que puede ocupar esta lista. Una chica surgida de la factoría Disney. Una adolescente que mostraba dos personalidades y representaba a una chica obligada a asumir el rol de dos personas diferentes. Pero Miley se hartó de ser una niña buena, y marcó el cambio de la adolescencia a la edad adulta quizá de manera demasiado brusca. Eso no gustó a muchas de sus seguidoras más jóvenes, que vieron cómo su ídolo se alejaba de un perfil en el que se veían reflejadas. Esto sirvió para que sus detractores cargaran aún más contra ella. A pesar de todo, sus canciones acaban convirtiéndose siempre en hits. ¿Es tan odiada como parece? Quizás no.


Y por último, Britney Spears, de la cual se puede decir que ha sido una de esas artistas que ha llevado una fama complicada. Tras el salto a la fama en su juventud, llegó una época en la que la mala racha personal la hizo caer hasta lo más bajo, también en el ámbito artístico. Pero también puede arrogarse el logro de haber conseguido volver a echar a volar y regresar a la escena musical. Tanto tumbo en su carrera le hizo ser blanco de las mofas de sus antifans más viscerales, los cuales llegaban incluso a criticar la poca agilidad en el baile que tenía la cantante mientras aún se recuperaba de sus adicciones. Todo esto no quita para que canciones como Baby one more time o Toxic ya sean parte de la historia de la música, por mucho que les pese a algunas personas.

Ser una diva conlleva toda esta parafernalia de simpatizantes y detractores. Por una persona que te alaba te encontrarás dos que te odian. Esto demuestra que la música no es solo capacidades vocales y canciones con ritmo y pegadizas o románticas baladas. También es una actitud y crear una figura pública, con sus luces y sombras. Tal cual han hecho las cinco divas anteriormente mencionadas. Cinco personalidades que, sin lugar a dudas, se sienten orgullosas de ser quienes son. 



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