El planeta de los simios: la guerra, ¿humanidad o animalidad?



Un planeta de simios. Claro, muchos recordarán la primera saga estrenada en 1968 en donde cuatro astronautas, en estado de hibernación, se estrellan en tierras desconocidas, más allá de nuestro sistema solar y en donde se deben enfrentar a un mundo nunca antes conocido.

Pero no se trata exactamente de aquella versión de los 70, porque una de las ventajas de este nuevo mileno es lo increíble que puede resultar los avances de nuestra tecnología, y de por supuesto, directores como Matt Reeves, que ayudan a traernos una nueva apuesta y además, una de sus últimas obras de calidad: “El planeta de los simios, la guerra”  (War for the Planet of the Apes), el final de la trilogía y reboot estadounidense de ciencia ficción.

El director de “Cloverfield” y de la obra anterior de esta franquicia (El Amanecer del Planeta de los Simios, o en inglés: Dawn of the Planet of the Apes) nos trae la última batalla de los primates contra los humanos, protagonizada por César (Andy Serkis), quien no sólo asombró desde el primer momento por su inteligencia y audacia, sino que te hará entrar en la disyuntiva de lo “humano” y lo “animal” en una lucha constante por la libertad.

La Guerra

El título parece bastante obvio, pero la lucha que mantiene a César, Rocket (interpretado por Terry Notario) y Maurice (por Kanin Konoval), amigos y parte fundamental en la comunidad de simios, muestran el lado más crudo de la guerra en sí misma y materializada en su comunidad, por animales.

Lamentos, chillidos, muerte. Las escenas en donde se muestran los ataques hacia los simios, quienes no tienen (por supuesto) las mismas armas que los humanos, nos refuerzan la idea que han estado recalcándonos durante toda la trilogía: la imposibilidad de coexistir con seres similares a nosotros.



El humano, visto desde la primera película como el “protector” de estas especies ahora es posicionado como el villano, lugar que finalmente siempre ha correspondido pero que esta vez es más evidente. Y es que si César en un principio fue la amenaza contra todo orden en esta sociedad, en este film es el que trata de mantener aquello de lo que atentó alguna vez: la paz.

En el planeta de hoy, específicamente en San Francisco, en un invierno crudo y permanente los hombres que van quedando en la zona son reemplazados por facciones militares dispuestos a retomar y derrocar al “mono” que ha tomado todo lo que fue suyo, aunque eso signifique volver a “aprisionarlos”, a experimentar con ellos (como vimos en la primera entrega) y maltratarlos.



La importancia de la “comunidad”

Visto desde el punto anterior, la comunidad que ha formado César es más bien una familia. Los simios, catalogados por los otros como “inferiores”, han logrado formar lazos más allá de la comunión entre sí, de la búsqueda de comida o de la sobrevivencia en conjunto, han formado una sociedad.

En el film, se ven claramente los lazos sociales entre los primates, la mirada de César como el líder y padre, a Maurice como “el sabio”, quien termina aconsejando e incluso ayudando a nuestro personaje principal, e incluso puede verse a Cornelia como esposa del protagonista junto a sus descendientes.



Lo interesante de este lado de la historia, es cómo se ve la necesidad del protagonista por proteger a los suyos, materializado en un César mucho más agotado y cansado de este conflicto y más “asentado” en esta comunidad.

Sin duda, el rol que cumple Andy Serkis es para sobrecogerse, o al menos personalmente hablando, ante el sentido de “valor” y sacrificio que nuestro protagonista ha adquirido, a los sentimientos que refleja en la pantalla, y es que, ¿Qué más humano que esto? ¿O debería decir “animal”?

La ausencia de palabras

Algo que llamó profundamente mi atención, es el nivel de la comunicación en este reboot.

Más allá de lo que implica hacer un guión, la ausencia de las palabras y lo efectivo que se volvía este elemento en la mayoría de sus escenas me resultó brillante y necesario.

Para hacerlo concreto, tenemos a dos personajes: Maurice, el orangután, y Nova, la pequeña rubiecita muda encontrada en uno de los “albergues” humanos y a la que deciden no abandonar en el camino.


Rebosantes de expresividad en sus caras, estos dos personajes, a pesar de la ausencia del habla en su guión, logran “ganarte” con sus roles. Por un lado Nova con su ternura y su bondad y Maurice por sus habilidades intelectuales, gestuales (a través del lenguaje de señas también) y su lealtad, que incluso en los momentos de tensión y tristeza, podías verlos sentir profundamente, algo sin duda emocionante.

Mono Malo

El personaje de “Mono Malo” se convirtió en uno de mis favoritos en apenas dos minutos pasados en pantalla. Me parece un símbolo simple y un personaje clave.

“Bad Ape”, su nombre en inglés, es un primate de un zoológico de San Francisco, y que luego de la rebelión de los simios y la enfermedad que atacó a los humanos, rápidamente fue olvidado en una de sus celdas.

Obligado a alimentarse de alguna forma, “Mono Malo” logró escapar de los barrotes para hacer de aquel zoológico su guarida y hacer de la ropa humana su cobijo contra el frío, de los cuales incluso aprendió el habla.


Lo “rico” de este personaje, que trae consigo no solo un gorro, una parca y chalecos, logrando hacer de la película un poco más liviana con su humor, introduce también otra realidad de los animales: el zoológico.

En la cinta, “Mono Malo” da a conocer su origen a base de maltratos, de su encierro, de la muerte de otros como él y del apodo que lleva por nombre, inventado por los humanos.

La animación


Una de las joyas de esta entrega es sin duda la fotografía y los efectos especiales que vemos plasmados en cada uno de los “cuadros” de la obra de Reeves.

La habilidad con que cada actor que interpretan a los simios y en donde quienes hacen la magia en pantalla produce a estos personajes, es sin duda digna de un reconocimiento.

La gestualidad, las miradas, los movimientos y como todo esto toma forma parte de un relato de acción, emoción y supervivencia hace que este largometraje sea uno de mis favoritos de este año.


Como especial mención está en los actores, por sobre todo a Andy Serkis quien incluso ha dado vida a “Gollum” en la cinta de El Señor de los Anillos o al “Líder Supremo” en Star Wars: El Despertar de la Fuerza, por lo que está familiarizado con este tipo de desafíos.

Aun así, su rol como César hace reflexionar y sentir a través de la pantalla, en donde incluso a momentos, y a pesar del CGI, en su rostro podía vislumbrarse al verdadero Serkis detrás de este personaje.

Hablar más de El Planeta de los Simios: La Guerra, sería dar más detalles de algo que realmente deben ver. Es una película que aun después de tantos años de desfase entre cada entrega de esta trilogía, no dejó de mantenerme en el hilo de la trama y que puedo decir que conforma un digno final para esta historia.

Es emocionante, es extrañamente humana y deshumanizante a la vez, por lo que logró que se invirtieran los roles de lo “salvaje” y de lo “humano” propiamente tal, en donde el hombre no es el personaje principal y bordea lo “silvestre”, poco racional y “colérico”.

En fin, te invito a que desarrolles tus propias conclusiones de esta película que ya está disponible para descargas en internet y para que veas con otros sentidos lo injusto que es ser animal, en “el mundo del hombre”.



Trailer



Por María José Sandoval.

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