“Huyendo de Santiasco”



La verdad es que si de viajes fuera de Santiago se trata yo no soy la más idónea en el tema. Unas dos veces he viajado al sur de Chile, montones al litoral central, unas cuantas al Cajón del Maipo, y una vez  Buenos Aires,  a modo de resumir mi bagaje. Y es que si lo pasé bien, no guardo ningún recuerdo en especial sobre el turismo de la zona, actividades entretenidas, lugares significativos o la riqueza de su cultura. No, todos mis mejores recuerdos de viajes se relacionan con comer, siempre que pienso en tal parte a la que fui pienso en lo que comí, y partir de la comida voy recordando otras cosas.

Es por esto que vino a mi mente el viaje a Buenos Aires, ya que por lo menos el 2012, el año en que yo fui, lo más barato de la capital argentina era la comida, además de súper rica. Entre mis mejores recuerdos están los buffets, desayuno y almuerzo. Papas fritas por montones acompañando milanesas, bife de chorizo, todo lo que se pudiera asar en la parrilla, y de postre  una especie de panqueque del cual el dulce de leche le salía por los poros.

Otra cosa son las facturas, no se confunda no me refiero a lo que se cobra, sino que los argentinos le llaman así a una serie de masitas dulces rellenas que serían el equivalente al chilenito, y que también venden en todas partes. Los dulces argentinos también son otro tema, acá en Chile el más famoso es el Pico Dulce (creo que no es necesario aclarar por qué), pero además de este coyac de dudoso nombre venden alfajores por montón, los que más me marcaron son los alfajores de oreo, dignos de un coma diabético, unos chicles de medio metro de largo y una gran variedad de bebidas. Por esto es que un paradero obligado en Buenos Aires son los supermercados ahí puede encontrar todos estos dulces, ideales para la gorda lechona que llevamos dentro.

A partir de esta descripción con deliciosas memorias, caigo en cuenta de algo que llamó mi atención sobre los habitantes, y es que los argentinos sí tienen algo de razón cuando hablan de que Chile es un país más cartucho o fome.

El sexo no es un tabú tan grande como a este lado de la cordillera, hay calles, murallas y postes de Buenos Aires tapizados en  folletos que ofrecen servicios de sexo telefónico, con fotos bien gráficas en blanco y negro, te los encontrabas en todas partes tal como lo cantan Los Prisioneros, y lo mismo pasa con los sex shops, abiertos todo el día la gente pasaba como si nada, cero pudor.

Obvio que capta la atención de una, hay que ser honestos  el único atisbo de “liberación sexual” que se puede ver en el centro de Santiago a plena luz del día son los cafés con piernas, y que digamos no son un muy buen ejemplo de igualdad de género.

En cuanto a monumentos y lugares históricos, Buenos Aires es similar a Santiago, como toda capital Latinoamericana, tiene este patrón de una Plaza de Armas y los edificios estatales alrededor, con arquitectura neoclásica, eso sí la capital bonaerense es mucho más grande que la chilena, no hay grandes diferencias en el formato.

Para quienes esperan que la famosa Casa Rosada sea digna de la fantasía princesa de Cathy Barriga, se llevaran una gran decepción porque es puro nombre, no es rosada, dudo que lo haya sido en algún momento, el color indicado es como un terracota rojizo algo opaco. No soy experta en color pero estoy segura la Casa Rosada no es rosada, no se dejen engañar por la fotos. Con el Obelisco me pasó algo similar, no es el gran monumento de hecho es como un Monumento a Washington en menor escala, y ojo que no solo lo digo yo en Google pueden encontrar varias comparaciones.

La mención honrosa de los monumentos por mi parte se la lleva el mural luminoso de Evita Perón en el Ministerio de Obras Públicas, mucho mejor que una estatua con caca de paloma. Eso deberíamos copiarles a los argentinos y hacer uno para todos los íconos populares chilenos, con la cara de Felipe Camiroaga, Yolanda Sultana, Pelluco, y el más reciente, el Patito de la Quinta Normal.

Buenos Aires no es solo la comida, también debe tener buenos panoramas para un turista, pero como dije, yo solo  me quedé con la buena gastronomía, si es igual de glotona o glotón va a amar Buenos Aires, sino puede que le encuentren otro atractivo, o que no les guste. Sea como sea si tienen la oportunidad vayan, si ya fueron vuelvan, puede que sea más bulliciosa y estresante que Santiago, pero van a andar de paseo, no preocupados de que esta más lleno si el metro o el transantiago. Dentro de  esta lógica cualquier panorama que los saque de lo habitual es bueno, la idea no es salir por obligación de la ciudad, sino que salir del estrés que conlleva la rutina en la ciudad.
 *Si no hay fotos del viaje y la comida es porque todas se fueron en mi celular robado, espero que el ladrón al ver las fotos se entusiasme con ir a Buenos Aires. *

Por Valentina Ortega



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