“Jimi: All is by my side”: una película biográfica más

Por Rosa Figueroa

La vida de uno de los guitarristas más influyentes en la historia de la música es lo que retrata Jimi: All is by my side (2013). El film es un drama que busca mostrar al artista no sólo en lo musical, sino que también en lo personal. Suena bonita la idea, pero el producto final tiene cosas buenas y malas, por lo que no convence en un 100% a quien la ve y convierte sólo en uno más a este largometraje.

La película es dirigida por el estadounidense John Ridley y protagonizada por Imogen Poots, Hayley Atwell y André Benjamín, quien encarna a Hendrix. Los 118 minutos de duración cuentan con la participación de actores que personifican a diferentes músicos de la escena sesentera, como Keith Richards y Eric Clapton.

El argumento se centra en un año de vida del músico en el que él todavía no era mundialmente reconocido. Se muestra el camino por el que debió transitar para destacar en la escena musical. Su viaje a Inglaterra y sus relaciones con Linda Keith y Kathy Etchingham son el eje central del film.

En la película hay cosas que molestan. Por ejemplo, cada vez que se presenta a un personaje, la escena se detiene y se deja su rostro por unos segundos con el nombre del representado. La cantidad de veces en que se repite esto puede hacer que el espectador se canse. La idea se entiende, y está bien, pero las interrupciones son largas. Lo mismo ocurre cuando los actores en sus respectivos papeles conversan y aparecen imágenes de otras situaciones que no tienen directa relación con lo que se comentaba. Aquí incluso pueden ser ellos mismos, en la misma escena, pero en silencio.

Algo que le puede doler a un seguidor de Hendrix es que no aparezcan canciones de él a lo largo de la cinta. Si bien esto fue un problema puntual con quienes tienen los derechos del material del guitarrista, es algo que, obviamente, le afecta a la película. Que Waddy Wachtel hubiese compuesto piezas musicales similares a las del artista parece haber sido una buena solución, aun así, no es la idea que se tiene al querer verla.

El final cae en el típico cliché en que caen tantas biografías. Si bien se habló del concierto de Monterrey en casi la mitad del film, nunca se muestra una escena que lo recree, lo que habría sido mucho más entretenido. Por el contrario, se prefiere terminar con algo similar a lo visto en In his life: The John Lennon Story (2000). El sueño americano toma el protagonismo.

Entre las cosas buenas se puede contar la ambientación, que se ve tal cual se puede imaginar, retratando la bohemia en las escenas necesarias. Otra cosa que sí o sí se debe destacar es la personificación de André Benjamín como Hendrix, desde el maquillaje hasta el vestuario, demostrando el esfuerzo hecho para lograr que se viera realista. Hay biopics en las que los actores tienen cero semejanzas con las personas a quienes vienen a representar, algo que no se debe juzgar en este caso.

Lo mayormente destacable es la interpretación de Benjamín. Su actuación tiene esos toques que lo hacen parecer Jimi Hendrix, con una entonación similar y los mismos gestos faciales. Esto es, sin duda alguna, lo mejor del largometraje.


Pero hay algo que va más allá de lo que se pueda pensar de esta película por sí misma. Que al principio del film aparezca un “Basado en una historia real” no impidió que la verdadera Kathy Etchingham alzara la voz para señalar que mucho de lo narrado ahí es ficticio. Esto demuestra que hacer una película biográfica no es fácil, pues pasar la línea que delimita lo que es y no es real puede traer consecuencias. Finalmente, estos detalles pueden perjudicar en la imagen que la cinta se haga.

“Jimi: All is by my side” no es una película buena, pero tampoco mala. Está en un punto medio. Cae en lo típico de las biografías, pero tampoco se hunde en aquello. Esto mismo hace que no destaque y que sólo se convierta en una película más.


Ficha técnica:

Título original: Jimi: All is by my side
Año: 2013
Director: John Ridley
Género: Drama
Duración: 118 minutos

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