Stranger Things 2: Sobreviviendo al hype

Nathalie Troncoso



Tan rápido como se esfumó en nuestras pantallas la primera temporada de Stranger Things el 2016, la producción de Netflix hacía el anuncio que estaban trabajando en una segunda parte. No resulta difícil de pensarlo, considerando que después de ese final habían quedado varios cabos sueltos, en especial la desaparición de Eleven.
La fecha de estreno estaba lista: 27 de octubre, un regalo para los amantes de Halloween. Ese día llegó y miles de fanáticos esperaron hasta las 4 de la mañana -hora chilena- para la premiere en la misma plataforma. Tal como sucedió en un principio, devorarse los nueve capítulos fue fácil.
El estreno de “IT” este año había dejado expuesta la máxima inspiración de los hermanos Duffer para crear Stranger Things, además de los ya claros guiños a “E.T”, pero hay que darles el punto: La parte dos está mucho mejor realizada que la primera, aun cuando no había pista sobre lo “nuevo” que podría tener.
La reciente amenaza de Hawkins nace casi de forma natural, como consecuencia de lo que había sucedido en la primera temporada al abrir el portal hacia el Otro Lado. El “monstruo” y su ejército no se presentan de manera forzada, más bien, sigue un orden cronológico. Queda claro que los protagonistas no pasarían el primer aniversario del regreso de Will tranquilamente.

Paralelamente se va desarrollando el regreso de Eleven, quien está completamente cambiada. Ya no es la niña tímida que todos conocieron en un principio. De a poco se va configurando como un personaje fuerte, consciente de sus poderes, aunque enfocada en liberar aquellas trabas que durante años la atormentaron en el laboratorio del pueblo.  
Tal como lo dice el título, las “cosas muy extrañas” empiezan inmediatamente. Desde los recuerdos presentes, la aparición de un pequeño “renacuajo”, hasta el reencuentro de Eleven con su hermana de encierro, la historia se va dando pistas de lo realmente está sucediendo en la mente de cada uno.
Asimismo, los nuevos personajes parecieran tener una finalidad por sí mismos. Esto se refleja especialmente en Bob Newby, un trabajador nerd que se convierte en novio de Joyce. Él asume como un verdadero papá la situación de Will sin saber lo que sucede, y finalmente termina siendo un héroe.
A pesar del gran drama que acompleja al “niño zombie” y la necesidad de Mike por ayudarlo, Lucas y Dustin se dan tiempo para incluir a Max en su pandilla. La chica ruda californiana tiene una vida familiar difícil, pero logra ablandarse con la ternura y simpatía de ambos, aun cuando carga con la cruz de no ser Eleven.
El compañerismo es, quizás, lo más memorable que entrega la serie. Asimismo, la necesidad de mantenerse todos juntos aunque eso conlleve un gran riesgo. Casi como algo psíquico, cuando llegan al peak del problema, actúan sincronizados con una sola misión: Terminar lo que sucedió hace un año con ese monstruo, ahora, más grande.
Esta nueva temporada también mostró a los personajes mucho más humanos. La mayoría sufre duros colapsos emocionales a causa de la inevitable situación en que se ven envueltos. Esto tampoco parece ser una característica al azar, sino que es algo que se había dejado de lado en el inicio.
Sin lugar a dudas, los capítulos son más impactantes y crudos. Por primera vez, una terrible muerte afecta a los personajes, generando una atmósfera de dolor que se mantiene casi hasta el final. Lo mismo se traspasa al espectador, donde se vuelve difícil no quedar con un nudo en la garganta.
Sólo queda criticar ciertos saltos en la temporalidad de la serie. Cada personaje, en un momento, pareciese estar escribiendo su propia versión de la historia, y el reparto de los capítulos parece hace énfasis en ello. Pero no se puede detener un acontecimiento crucial por mostrar algo que finalmente no tuvo trascendencia. Quizás los Duffer se la darán más adelante.
Stranger Things 2 es una montaña rusa de emociones, que nos hace viajar entre la ternura e impulsividad de la niñez y la conexión constante a los problemas de la vida adulta, maximizados por una amenaza. El amor fraternal se muestra a flor de piel, dejando claro que el único miedo es a perderse. Por esta vez, los amigos pudieron sobrevivir al hype y al demogorgon.



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