TOP 7 PEORES CANCIONES BRASILEÑAS QUE HE OÍDO EN CHILE
Hoy completan dos meses de mi salida de Brasil para vivir en Chile. Antes de venir, imaginaba muchas veces cuál sería la impresión que los chilenos tienen de los brasileños y cómo mi cultura reflejaba en Santiago. Estaba segura que reconocerían como cultura brasileña el Samba, la caipirinha y el fútbol. Imaginaba que oían a Seu Jorge, Vinicius de Moraes y Anitta.
Sin embargo, descubrí que los chilenos no escuchaban a nuestros grandes músicos, todo lo contrario, tienen su propia lista de canciones que incluso son transformadas de acuerdo a sus gustos. Definitivamente el ritmo que predomina es el Axé y el Sertanejo, y no hablo del Axé o Sertanejo original. El Axé chileno es el ritmo viral de los años 2000, con É o Tchan, Asa de Águia y Tchakabum. Por otro lado, el Sertanejo que se escucha en Chile, en las radios y fiestas, es lo que llamamos en Brasil como Sertanejo Universitário.
Sin embargo, descubrí que los chilenos no escuchaban a nuestros grandes músicos, todo lo contrario, tienen su propia lista de canciones que incluso son transformadas de acuerdo a sus gustos. Definitivamente el ritmo que predomina es el Axé y el Sertanejo, y no hablo del Axé o Sertanejo original. El Axé chileno es el ritmo viral de los años 2000, con É o Tchan, Asa de Águia y Tchakabum. Por otro lado, el Sertanejo que se escucha en Chile, en las radios y fiestas, es lo que llamamos en Brasil como Sertanejo Universitário.
Teniendo como tema de esta semana la elaboración de una lista de mejores o peores, decidí construir un TOP 7 de las peores canciones brasileñas que he oído en rádios o carretes en Chile. Son canciones que fueron muy populares en mi país, pero que, en su mayoría, ya fueran olvidadas por los brasileños. Son un ejemplo de la cultura de masa que es exportada de brasil que dice mucho sobre mi pueblo, pero al mismo tiempo no dice nada.
Claro que no veo la popularización de esas canciones como un problema de Chile. Creo que el problema está en la industria cultural brasileña que generalmente incentiva las canciones fáciles, chicle y sin contenido. Hay músicos muy buenos y muy reconocidos en el país que no reciben la ayuda para tener éxito fuera de él. Para probar que no todo es desastre añadí al final del texto la mejor canción brasileña que he escuchado en Chile… todavía hay esperanzas.
7- Onda, Onda, de Tchakabum
Decidí empezar por lo que considero la "menos peor". La letra de “Onda, Onda”, de Tchakabum, es la historia de tripulantes de un navío pirata, pero que si nos detenemos a analizarla nos damos cuenta de que algunas expresiones utilizadas para mantener la rima hacen que la letra pierda todo el sentido. ¿Por qué los piratas se titulan “galera del avión” si ellos están en un navío? Sin hablar de que la mitad de la canción es la descripción de las partes del cuerpo que fueron mojadas por la ola y después una danza para el enjuague. Letra compleja, digna de un poeta.
6- Dança da Manivela, de Asa de Águia
La Dança da Manivela es otro clásico mundial del axé brasileño. Llevo diez años buscando el objetivo de la manivela (manilla) en la canción. Lo único que hace el cantante en esta canción es tocar partes del cuerpo de una mujer preguntando dónde está caliente. La manivela no tiene ningún otro uso en la letra que no sea en las frases: “Dança Da Manivela”, “Eu fui perguntar pra ela meu amor”, “Se a dança da manivela ela tocou”.
5- Olha a explosão, de Mc Kevinho
Este es un funk carioca reciente, tocado en todos los carretes brasileños hoy en día. A mi me gusta mucho el ritmo y el beat de la canción, que cuenta la historia de una chica que sabe bailar muy bien. El problema es que los chilenos aceleran el doble el ritmo para tocarla en los carretes y mezclarla con el reggaeton. Haciendo esto, es casi imposible bailar o cantar la canción. Un consejo, la canción acelerada suena peor que la original, denle una oportunidad al ritmo normal.
4- Pau que nasce torto, de É o Tchan
Confieso que bailaba esa canción cuando tenía diez años, pero no entendía ni la mitad de lo que significaba. La letra cuenta una historia de una chica que no sigue las órdenes de su madre y los comportamientos que se deben tener para ser una mujer respetada en la sociedad. El domingo, en lugar de ir a la iglesia ella se queda embarazada. Después de eso, el consejo de la canción es “segurar o tchan”, y esto no lo voy a traducir porque tampoco comprendo lo que significa.
3- Balada (Tchê Tchê Rere), de Gustavo Lima
Tchê Tchê Rere no es NADA, no significa NADA. Observen:
Tchê tchererê tchê tchê
Tchererê tchê tchê
Tchererê tchê tchê
Tchereretchê
Tchê, tchê, tchê
Gusttavo Lima e você (Gustavo Lima y tú)
2- Dança da Mãozinha, de Tchakabum
La música tiene 8 frases y casi 4 minutos de duración. Creo que no necesito decir mucho más que esto:
Danza
La danza de la mano
Que al final
Le dará un rodadinha
Mira lado Prum
Mira a los otros
Preparar el terreno
El baile comenzará
1- Ai se eu te pego, de Michel Teló
“Ai se eu te pego” es la peor canción brasileña hecha en los últimos años. Exportada para todo el mundo, se crea la impresión de que el brasileño sufre de alguna disfunción sexual. El tipo está en el carrete, y cuando pasa una chica él comienza a cantar: “ah si te agarro”. SOS movimiento feminista. Un crítico del periódico inglês The Guardian escribió un artículo donde dice que no entiende cómo a las personas normales les gusta esta canción. Lo bueno es que los chilenos no hablan el portugués y no comprenden lo que canta Michel Teló.
BONUS: LA MEJOR CANCIÓN QUE HE OÍDO EN CHILE
Águas de Março, por Maria Rita
Yendo al mercado, en el UBER, empezó a sonar en la radio la clásica Águas de Março, letra de Tom Jobim y grabada primero por Elis Regina. La versión que tocaba era la del vídeo, cantada por la hija de Elis, Maria Rita. Marzo es el mês en que se termina el verano y todas las mayores fiestas en Brasil, como el carnaval. Considerada por algunos como el mejor samba del mundo (que está en mi TOP 10 de mejores sambas), la letra y la melodía de Águas de Março son sutiles y nostálgicas. Un recuerdo lindo de mi país, el cual agradezco a los chilenos.
Por Camila Ignácio

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