Fin de semana 5 estrellas
Una llamada, registras tu tarjeta de crédito, confirmas y ya
puedes sentirte tranquilo para disfrutar de un fin de semana inolvidable, lleno
de lujos y placer.
El Hotel Sheraton Miramar en la ciudad de Viña del Mar data
del año 1945 y es famoso por acoger, año a año a los diferentes artistas de
talla mundial que llegan a nuestro país para participar en el Festival de
canción de la Ciudad Jardín.
Hay que ser sincero, no es barato hospedarse en este hotel.
Sólo una noche no te saldrá por menos de $200.000. Sin embargo, es un precio
adecuado a la calidad y acorde a las estrellas que posee.
Desde que haces ingreso es perfecto y tienes de todo para
que ni siquiera te muevas fuera del hotel. Cuenta con una vía especial para los
automóviles de los pasajeros, el cual no tiene costo alguno. Una vez que cruzas
las puertas, el lujo está en cada rincón. Un botón te solicita el equipaje para
llevarlo directo a la habitación y de esta forma puedas hacer el check-in de
forma cómoda y tranquila.
Un amplio e iluminado hall principal recibe a los visitantes
quienes se ven relajados y al igual que yo, felices de poder tener unos días de
esparcimiento. Me registro, me dan mi tarjeta y para mi suerte, la habitación
está en el último piso y como es la particularidad del hotel, posee una
espectacular vista al mar. Nunca imaginé que iba a dormir en la misma pieza que
tal vez ha dormido Ricky Martin, Ricardo Arjona o quizás que artista famoso.
El ascensor es de los típicos panorámicos de vidrio, del que
puedes ver gran parte del hotel mientras subo hasta el piso numero 8. La
habitación superó mis expectativas. Sabía que era amplia, sabía que tenía un
balcón y que tenia vista al mar, pero al entrar me encontré con una habitación
enorme, un balcón gigante y una vista que cualquiera envidiaría, algo me
faltaba. El baño era casi la mitad de una habitación, con tina, ducha y
cubierto de espejos para sentirte cual estrella de Hollywood.
La terraza era el lugar indicado para comenzar a disfrutar
el lujo y que mejor que con un espumante de fina selección. La sensación de
saber que estás en uno de los mejores hoteles del país te reconforta y te hace
sentir una persona importante. A esto se le suma que la atención de todos los
trabajadores siempre es con una sonrisa, muy amables y de calidad. Nada queda al azar en este
lugar. Todos te hacen sentir como un dios.
Con tu tarjeta de huésped tienes acceso a todas las
instalaciones y servicios del hotel, las que se van agregando a la cuenta según
lo que consumas. El spa está incluido y es ideal para recargar energías y
desconectarse del mundo. Tienes diferentes opciones. Puedes disfrutar de un
espacio común de piscina interior con vista infinita al mar la cual es
temperada y con hidromasajes que puedes regular según tus requerimientos o bien,
puedes relajarte en los jacuzzis y sauna tanto seco como húmedo los que están
separados para hombres y para mujeres.
El mejor momento del día es el atardecer en el sauna seco desde
el cual puedes ver como revientan las olas en las rocas a tus pies, mientras el
sol se pone en el horizonte. Una belleza y relajo incomparable que no he visto
en ningún otro lugar.
La noche cae y a pesar de ser día sábado no puedes
desperdiciar esa habitación tan acogedora por salir de fiesta. La idea es disfrutar
al máximo la estadía en el Sheraton Miramar y dormir a tus anchas en una cama
que debe ser digna de cualquier príncipe. Aun no comprendo a que se debe pero,
al despertar no podía salir de entre las sábanas. Pocas veces he dormido tan
bien como aquella noche. Pero debía levantarme.
El desayuno es la comida más importante del día y el buffet
que ofrece el hotel es como una sinfonía de sabores en mi paladar. Hay de todo
y para todos los gustos. Llegó un momento en que no sabía que más pedir para
hacer de este fin de semana más perfecto aún.
El check-out se acerca y vuelvo al spa por última vez. Es
temprano, así que aun no hay gente y puedo tener todos los espacios para mi
solo. Así van llegando a su fin unos días de abundancia y ostentosidad, para luego
volver a la rutina de la universidad y la vida real.
Sin lugar a dudas es un sueño para algunos y una realidad y
privilegio para otros. La verdad es que oportunidades así, no se desaprovechan
y siempre es bueno darse un gustito para romper con la monotonía y disfrutar a
lo grande.
Por Carlos Soto.










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