Moonlight: El refugio de los marginados

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Uff, el solo hecho de pensar en Moonlight me genera una sensación agradable. Los colores, la música, la fotografía, cada elemento perfectamente  calculado para generar una sincronía conjunta que escasas películas logran. Un trabajo minimalista que surge casi como una oda a la homosexualidad.

La película estrenada a principios de 2017 en Chile, divide la historia de vida de Chiron en tres partes. Cada una de ellas representa el cotidiano que vivencia durante diferentes épocas etarias, separándose en Little, Chiron y Black.

Desde un comienzo, la marginalidad se hace protagonista del relato que narra con crudeza la relación que establece Little con las demás personas que le rodean, desde sus amigos hasta su madre.

De a poco, vamos dilucidando un conflicto familiar que se irá agudizando y que se vinculará fuertemente con los estratos más bajos pertenecientes a Miami. Ese que en contadas ocasiones vemos; lejos de los lujos, la fama, el dinero y las mujeres-objetos.

A la pobreza que destaca el suburbio, le sumamos el ambiente conflictivo que lo rodea. Un niño que busca entretenerse y evadir los problemas personales, pero que de manera involuntaria se envuelve en el mundo de la droga. A pesar de lo terrible que podríamos imaginar esta situación, la cámara logra rescatar un grado de belleza en cada momento retratado. Incluso, cuando la madre del joven sufre una crisis debido al síndrome de abstinencia que presenta tras días sin conseguir estupefacientes.

Pero, el gran logro de Moonlight no es ese. La película destaca, primero, por ser el primer trabajo cinematográfico en el que todos y todas sus protagonistas son afrodescendientes. Sin embargo, el film no se queda ahí y va más allá. Al hecho de que todos sus participantes son negros, se le suma que trata la homosexualidad desde esta arista. Y, segundo, se da el trabajo de dejar de lado prejuicios y  estereotipos que ensalzan al hombre negro como figura de masculinidad -entendida dentro del contexto patriarcal-.

En este sentido, la trama nos presenta a un niño, joven y luego adulto homosexual que lucha -de manera externa e interna- contra el miedo al rechazo por su condición sexual. Pero, si bien este es un conflicto grande para el desarrollo de una persona, este no significa el fin de sus sueños o su vida. Es más, logramos ver cómo recibe apoyo de uno de sus amigos más cercanos -con quien mantiene una relación especial-.

Moonlight rescata a los sectores más marginados de la sociedad, reuniendo la pobreza, la drogadicción, la homosexualidad y la cultura afrodescendiente -que ha sufrido por siglos persecución y torturas-. A partir de todo el caos que podría significar una vida con estos elementos, el film logra generar una presentación de la realidad hermoseada, a través de pequeños detalles que nos hacen pensar que esa vida no es tan mala. Nos interioriza en la personalidad tímida de quien no encaja en un canon, para luego mostrarnos los resultados que generan la autocensura y la proyección de una identidad falseada.

Mientras veía la película, no podía parar de pensar tanto en la belleza de las técnicas utilizadas como en su guión. Y es que, a pesar de ser una historia de homosexuales negros, el amor que se plasma logra acercar al público a la problemática vivida, independiente cuál sea su sexo, género, etnia, estrato social o económico. La forma en la que se refleja en la gran pantalla cada sentimiento logra hacernos soñar con ese amor ingenuo, que entrega y no pide nada a cambio. 

Y es que, ¿a quién no le hubiese gustado crecer a lo largo de los años con un compañero a su lado como Kevin? Porque a pesar de lo mal que se portó con Chiron, en variadas ocasiones, fue él quien siempre se encargó de incluirlo al grupo y defenderlo cuando le molestaban. Fue él quien le enseñó que no debía avergonzarse de llorar, de sentir. Y, aunque él se permitió ayudar a Chiron, no podía quedarse para siempre cuidándolo, debía salir al mundo por él mismo, solo.

Así es como influenciado por su entorno y buscando una manera de sobrevivir en la calle, Black da un vuelco en su concepción de la vida y nos sorprende con una personalidad que más que traducirse en una liberación de sus sentimientos, nos genera una sensación de tristeza y nostalgia. 



Por Camila Aliaga

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