“Un verano en pantalones”: la elegida para ignorarla

(Fotografía gentileza de HBO)

Beber un vaso de cerveza sin alcohol y escuchar un cover malo de tu banda favorita, son mejores alternativas que gastar 119 minutos valiosos de vida en mirar la película “Un verano en pantalones”.

Se trata de un filme que acoge los dramas típicos de la adolescencia. Los primeros amoríos y la amistad inquebrantable de esos años. Cuatro amigas inseparables tendrán un verano atípico, donde cada una se irá a vacacionar a un lugar distinto y no se verán durante toda la temporada.

A primeras luces, todo debería marchar bien. Un argumento fácil de digerir y que no requiere una comprensión mayor. Pero las expectativas sufren un giro abismal cuando unos pantalones hacen su aparición. Sí, unos pantalones… Se trata de unos jeans “mágicos”, que calzan perfecto en las cuatro jóvenes. Desde ya, algo no cuadra siendo que visiblemente no tienen la misma talla.

Se juramentan, desde aquella vez, que esa prenda las unirá pese a la distancia. Algo así como un lazo de suerte. Se lo tendrían que ceder durante el verano para que cada una recibiera la fortuna. Desde latitudes muy lejanas, algo tampoco calza. Ni el sistema de encomienda más calificado del mundo es capaz de traer las cosas en tan poco tiempo.

Ni Superman llega tan rápido como lo hacen esos pantalones. ¿Cómo se explica que todas las muchachas puedan utilizarlo? La idea era que se fueran turnando cada semana para ocuparlo. Y casi con reloj, las chiquillas iban recibiendo la prenda según su turno. Inverosímil, por decirlo menos.

Qué ser tan irracional puede comprar tamaña estupidez. Una tontería del porte de un buque. Si bien el público a cual va dirigido la cinta no es adulto, tampoco son pequeños niños que no entienden nada. Estamos hablando de adolescentes de 16 años, ¿en serio se van a tragar esa trama tan mala? Lo dudo.

Y es que entre más avanza la película, el sentimiento de estar malgastando la vida incrementa e incrementa. Cada joven tiene distintas vivencias y emociones. Algunas con suerte, y otras, con menos fortuna. Pero tan poca coherencia tiene la historia, que algo tan banal como un lavado, considerando las altas temperaturas veraniegas, fue dejado de lado por los realizadores de la película. 

Ni me quiero imaginar el olor a poto de los pantalones. Acaso es creíble que un ser humano abuse tanto de una misma prenda. Un mes continúo sin una gotita de agua… El sentimiento de odio frente a la película muta a una suerte de repulsión. De sólo pensarlo, me da asco.

No sé ustedes, pero mis pantalones visitan la lavadora frecuentemente. Algo que nunca pasó en la película. Incluso, si uno hace el cálculo, y considerando que jamás hubo un lavado, la última muchacha recibió la putrefacción hecha ropa. Una situación poco decorosa, para no ahondar más en el tema.

Cosas tan sencillas como éstas dejan en manifiesto un filme alejado de la realidad. No se trata de apegarse por completo a lo que ocurre en el diario, pero sí otorgarle credibilidad a una historia. Mayor coherencia a un argumento que, si bien no busca teorizar sobre la física cuántica ni mucho menos, debería establecer ciertos lineamientos que fuesen más creíbles.
  

Quizás se apele a la imaginación de los niños. Pero precisamente, esta película no apunta a un público muy infantil. Más bien, es totalmente adolescente, que forzadamente se tragaría una cinta como ésta. Pese a ser fácil de digerir, deja cabos sueltos sin una lógica fija, situación que resta puntos en demasía.

Sin mayores rodeos, esta película se aleja de mis recomendaciones por su exacerbado espíritu mágico que no se condice con la trama misma. No existe una linealidad entre la fantasía y la realidad, forjando un producto híbrido poco creíble y sin mayor sustento. Juzgue usted.

Por Sebastián Galleguillos

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FICHA TÉCNICA

Nombre: Un verano en pantalones

Director: Ken Kwapis

Duración: 119 minutos

Año: 2005

Tráiler:

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